Cosas de Aquende
El blog de un Ágrafo juguetón
22 abril, 2006
 
Donde hay patrón...



Es bien sabido que los que somos de natural ágrafo, en unos casos por incapacidad, en otros por vagancia y en muchos por ambas, nos congratulamos cuando vemos escritos en pluma de otros nuestros pensamientos o sentimientos.



Viene esto a cuento porque cierta corsaria, que con el devenir de los tiempos, y, para nuestra desgracia, también parece haberse convertido en ágrafa, me descubrió, hace días, una revista literaria, Eñe, y yo, coleccionista compulsivo, me lancé al quiosco y me compré cuatro de los cinco números aparecidos hasta ahora.



En ella descubrí un apartado que me ha resultado muy grato de leer: Biblioteca particular; en él, un autor hace una descripción de su biblioteca y, a veces, aprovecha para llevarnos a un recorrido por su propia vida.



Pues bien, en el número cuatro le toca el turno a Joaquín Leguina que, bajo el título de La memoria del mundo, escribe:





"Por otro lado, con el paso del tiempo, la compra compulsiva de libros —enferme­dad que he renunciado a combatir— ya ha hecho imposible su acomodo en las paredes de un domicilio convencional como es el mío. De momento, voy resolviendo esta invasión trasladando una parte creciente de tan agradable, pero masiva, compañía a una casa que tengo en un pueblo castellano-manchego cercano a Madrid. Lo cual no de­ja de ser un incordio a la hora de consultar o, simplemente, releer, pero no se me ocurre mejor solución.
Jamás he pensado perder el tiempo con­tando los libros que hay en ambos continentes personales, pero son varios miles, cuyo valor comercial no será mucho, pero el sentimental, sobrado. A este respecto —y cualquiera que tenga en su casa un número notable de libros podría contar algo parecido—, la visita a mi casa de personas ingenuas o poco familiari­zadas con la lectura suscita, muchas veces, la misma pregunta: "¿Te has leído todos esos libros?".Yo suelo responder, medio en broma: 'No, pero los he tocado todos'. Como a tan­tos lectores, a mi también me gusta acostarme con ellos, leerlos tumbado y manosearlos. Por eso pienso, contradiciendo a los agoreros que a anuncian el fin, el ocaso de ese objeto mara­villoso llamado libro, que mientras las nuevas y acuciantes tecnologías no sean capaces de suministrar un producto que contenga letras y se preste a ser doblado y maltratado sin de­sencuadernarse, que se deje acariciar físicamente, que cuando, ya leído, esté sobre una estantería y podamos acudir a él... , mientras ésto no ocurra, el libro existirá, y si sus páginas están cosidas y no pegadas, mucho mejor".




Creo que no les será difícil encontrar la relación entre el escrito anterior y el lema que figura en el encabezado de este blog.




Que si Que no Que llueva a chaparrón |