Cosas de Aquende
El blog de un Ágrafo juguetón
14 julio, 2005
 

Es cultural





Hace un tiempo, a raiz de un dasafortunado incidente entre bandas juveniles, los comentaristas y medios de comunicación se hicieron eco de unas declaraciones de un profesor de Enseñanza Media explicando que Les han buscado las cosquillas y ellos han reaccionado, creemos nosotros, de la única manera que en su cultura saben reaccionar, que es si la pelea va a más, sacar las navajas. Vamos que lo de las navajas es cultural.



Debo decir que, de alguna forma, lo entiendo. Yo mismo voy armado y es cultural. Juzguen si no.



Es sabido que los hechos culturales tienen raiz en la más tierna infancia, más o menos. Como ya les dije, en aquel tiempo La Vuelta a España se disputaba antes que el Tour de France, del cual soy asiduo seguidor a través de la televisión. Claro que entonces lo de seguir el Tour por la televisión era más bien complicado. En primer lugar la única retrasmisión en directo era la de Galas del sábado y teníamos que contentarnos con el reportaje en diferido de las nueve de la noche. En segundo lugar, apenas había televisión en los hogares e íbamos a verla al Bar Loreto. Me viene ahora a la memoria la obra Belphegor, el fantasma del Louvre con Julliette Greco que nos tenía atrapados en el bar hasta altas horas de la noche.



Pero bueno, a lo que íbamos, que lo de Tour y tele, complicado. Además, la época del Tour es la época del sol y el calor y eso significaba la época de la hierba. Una de las tareas fundamentales en el campo era la recogida de la hierba que habría de servir de forraje para las bestias durante todo el año. Como era una tarea trabajosa, y de tractores y otras modernidades nada de nada, los familiares de la 'ciudad' retornaban a la aldea para colaborar. Yo solía ir a la aldea de mi abuela materna, aquella donde Alejandro mataba gorriones con el gomeru para alimentar al milanu.



Lo primero que se hacía era la siega con la guadaña. Para que esta estuviese en buen estado había que cabruñarla. Cabruñar consiste en, tras clavar en la tierra un pequeño yunque metálico, con un martillo también metálico desdoblar y reparar las partes melladas de la guadaña. Luego se afila con la piedra de afilar. A medida que se va segando la cuchilla se desgasta y hay que volver a afilarla. Para ello el segador debe llevar consigo la piedra de afilar y los hace en el cachapu. Una vez segada la hierba se la deja en el prado para que el sol la seque. Se esparce con el angazu y así puede quedar hasta varios días. Lo de cabruñar y segar era cosa de adultos pero lo de atropar con el angazu podíamos hacerlo los niños tras el consabido: 'Ten cuidau con él no ye vayas sacar un güeyu a alguien'. Mientras la hierba estaba secando había que estar pendientes del tiempo y, si se barruntaba tormenta, salir corriendo hacia el prau a amontonarla en cacos, pequeños montones que evitaban que se mojase y se pudriese.Pasada la tormenta había que volver a esparcerla. Una vez que ya estaba seca se hacían unos montones más grandes llamados balagares a la espera de venir con un carro para llevarla más cerca de la cuadra y allí se apilaba haciendo una facina. Y aquí entrábamos de nuevo los pequeños; la facina se iba haciendo adosando hierba alrededor de un palo vertical clavado en la tierra. A medida que la hierba iba ganando altura, para compactarla, había que pisarla y entonces nos subían a nosotros a pisar y nos lo pasábamos como enanos.



Pero la llegada de la época de la hierba anunciaba otro gran acontecimiento: la Fiesta de les piragües. El primer sábado de agosto, si no caía en uno dos o tres, se celebraba entre Arriondas y Ribadesella una prueba deportiva de piragüismo alrededor de la cual había una extraordinaria fiesta popular. En la época en que les estoy hablando, era la fiesta de Asturias por antonomasia, hasta el punto de que como no había televisión se retransmitía por la radio. Recuerdo que cuando todavía no tenía edad para ir, si uno andaba por el pueblo se escuchaban los receptores de radio en todas la casas sintonizando el Descenso; vamos, como con la Lotería Nacional en Navidad. Era la fiesta donde todas las reglas, tan estrictas en la época, podían romperse, donde todo estaba permitido o, por lo menos, tolerado. Se reunían allí la Asturias borracha y dinamitera, cada vez menos dinamitera pero igual de borracha, y la Asturias de la mar, aquellas que inspiraron a León Delestal una de las mis canciones asturianas preferidas: La mina y el mar. La prensa asturiana de la época se llenaba los días siguientes a Les Piragües de cartas al director protestando y describiendo hechos que habían ocurrido durante la fiesta y que, curiosamente, sin tales cartas de protesta nadie o, casi nadie, se hubiese enterado. La fiesta comenzaba el día anterior con una verbena Arriondas y Ribadesella. Recuerdo un año en Arriondas que se puso de moda utilizar rollos de papel higiénico como si fueran serpentinas. Era impresionante ver la calle principal con dichos rollos colgando de todos los balcones. Parece que la tradición perdura. Así lo atestigua la puerta de la iglesia de mi pueblo a las siete y media de la mañana del día de las Piraguas del año 2004. El Descenso del Sella se produce a lo largo de unos 18 kms. de río entre las localidades de Arriondas y Ribadesella. El río va encajonado en un valle pero permite que por un lado vaya la carretera y por el otro la vía de ferrocarril. Se produce, entonces, una situación ideal que permite seguir el recorrido de las piraguas bien desde la carretera bien desde el tren. En la época que hablo, aunque ya había muchos automóviles, no había tantos como hoy en día y un elemento clave en la fiesta era El tren fluvial. El tren fluvial era un tren de madera que la compañia de ferrocarriles de vía estrecha FEVE fletaba exclusivamente para la fiesta. Había dos unidades una partía de Oviedo hacia Arriondas y otra desde Ribadesella. Las dos se unían en la salida y hacían el Descenso juntas. Los que no teníamos coche debíamos ir en tren. Lo hacíamos desde Ribadesella. Como buenos selleros, íbamos provistos de chaleco, collar y montera picona.



Salimos temprano de Ribadesella. Hay que llegar a Arriondas con tiempo para el Desfile y dar unas vueltas por el pueblo. En la primera parte del recorrido el tren avanza lentamente. Vamos sentados en la parte derecha de uno de los vagones con vistas al río Sella. De la parte delantera del vagón comienzan a aparecer personas que pasan por nuestro lado con cierta prisa. El conocedor de turno dice 'Ahí viene el revisor. Esta es gente que subió sin billete y está escapando'. Acto seguido entra el revisor en el vagón. Yo pienso en el atasco que se debe estar formando en el furgón de cola. En esto, por el rabillo del ojo, algo llama mi atención a través de la ventanilla. Es una cabeza que avanza. De nuevo el conocedor 'Son los que van sin billete. Cuando el revisor entra en un vagón ellos se descuelgan por la puerta trasera, corren más que el tren y se reincorporan al vagón de delante'. De nuevo está en lo cierto. Ya está llegando a nuestra altura. Parece que algo pasa con el billete de un pasajero. El revisor, dando la espalda al pasillo, se agacha para mirar el billete, pero el problema debe ser grande porque tarda un rato. En ese momento los 'sin billete' que no se atreven o no pueden correr más que el tren, pasan hacia adelante por la espalda del revisor, que los mira de reojo, y se afana más si cabe en su tarea de fiscalización. Algo más tarde, cuando han pasado todos, se reincorpora y prosigue su tarea. El conocedor dice: 'Bueno ya está todo en regla. Es sabido que el revisor no pide los billetes cuando vuelve hacia la máquina'. En eso ya llegamos a Lloviu y el tren adquiere velocidad de crucero camino de Arriondas.



Ya en Arriondas se comprueban los estragos de la noche anterior. Gente durmiendo por todas las esquinas. Alguno cuya trayectoria tiene más curvas que la subida a El Fitu. Pero enseguida suena la música y todo el mundo en pié. Hay que acudir al desfile que antecede a al salida. En aquella época, con una parte deportiva menos profesionalizada que actualmente, desfilaban los palistas. Nunca se les ocurra decir piragüistas, sino palistas, so pena de ser identificados como turistas en lugar de genuinos selleros. También lo hacían los Tritones de Infiesto. Llegado el desfile al puente se producía la ceremonia de salida en verso. El fundador del descenso Dionisio de la Huerta leía unos versos y se cantaba el Asturias, patria querida. La finalización del himno marcaba el inicio de la carrera. Y allá se lanzaban al agua los competidores en las distintas modalidades: canoas, C-1 y C-2, kayaks, K-1 K-2. Por cierto, de aqui viene la frase que utilizamos en Asturias para decir que cada uno es como es: Ca'un ye ca'un, y ca'dos una piragua.

















El inicio de la carrera, o de las carreras. La de los palistas río abajo hacia el puente de Ribadesella, la de algunos espectadores hacia coches, motos y bicicletas y la de otros hacia la estación del tren. Allá subíamos como podíamos, empujándonos para coger sitio, y aquellos vagones se llenaban de forma que parecíamos sardinas en lata. Una vez puestos en marcha había que acomodarse para ver bien la carrera. Les he dicho que el tren era un tren de madera. Las ventanillas de los vagones eran de guillotina con dos hojas, de forma que la ventana se abría bajando la hoja superior. Pues bien, los que habían llegado a tiempo, se subían a la ventanilla sacando la mitad superior del cuerpo por la parte exterior, sentándose en la hoja abatida con las piernas hacia adentro y agarrándose al techo del vagón por el exterior. Así podían vislumbrar lo que estaba ocurriendo en el río. Quienes no podían subirse a la ventanilla se subían a los asientos del lado correspondiente para poder ver. Por otra parte, en las puertas del vagón ocurría algo similar. Los que estaban más afuera se colgaban de los estribos e iban en la parte exterior del vagón, permitiendo a otra gente acercarse a la puerta para ver. Tras toda esta maniobra el vagón, antes atestado, aparecía casi vació. Pero, de repente, una voz llegaba desde al vagón anterior: ¡Túnel! ¡Túnel! La actividad en el vagón se volvía frenética: los que estaban cerca de las ventanillas se retiraban para facilitar la entrada de los que estaban colgados, los que estaban en los estribos de las puertas empujaban al resto y en un segundo ¡de nuevo como sardinas en lata!. Pasado el túnel todo empezaba de nuevo y así cinco o seis veces durante el recorrido.



Mientras tanto, por el río, aquella pareja de extranjeros que, muy profesionales ellos, llevaban tres semanas entrenando el recorrido se había puesto en cabeza. Un poco más atrás les seguían unas parejas de los clubs de la zona. Los extranjeros se habían aprendido al dedillo todos los rabiones del río y por dónde pasarlos. Este por la derecha que lleva poca agua, aquel por el centro, ¡ojo! que si pasamos por ahí hay una sequera. De repente se oye un crujido, la proa de la piragua tropieza con algo y se abre una vía de agua. "¡Meca!, mira espetáronse en una piedra". Y allí quedaban los extranjeros viendo la socarrona sonrisa de los de la zona cuando pasaban el rabión por un lateral. ¿Qué había ocurrido?. Pues que aquella noche alguien había cambiado las piedras del río de lugar. Todo apunta a que era cosa del Diañu Burlón pero hasta hoy no hay evidencia de tal cosa.



Mientras, el tren avanzaba por la ribera, adelantando a los palistas y llegaba a La Requexada. Allí, en una curva, el tren se detenía. El río está a unos trescientos metros. Todo el mundo se lanzaba abajo y corría hasta la orilla para ver pasar a los primeros. De repente, sonaba el silbato del tren, y a correr para no perderlo. La curva en la que paraba estaba peraltada de forma que la parte que mira al río queda mucho más alta que la otra. Yo, de natural paticorto, cuando me puse a subir descubrí que no alcanzaba al estribo. Un par de intentos y nada. Menos mal que los que venían detrás también tenían interés en subir y de un buen empujon me metieron en el vagón.



Luego el tren iba avanzando al ritmo de la carrera hasta el puente de Lloviu. Allí cogia velocidad con el fin de llegar a Ribadesella con tiempo para que pudiésemos bajarnos e intentar ver la llegada. Digo intentar porque lo habitual era que hubiese ya tanta gente que fuese imposible acercarse a la orilla. Más tarde venía la ceremonia de entrega de premios y la fiesta de prau en Lloviu.



Si ustedes tienen a bien mirar Televisión Española el sábado día 6 de agosto, sobre la doce menos cuarto de la mañana, entre el gentío, ahí estaré yo. ¿Que cómo pueden identificarme? Muy sencillo. Cuando, un momento antes de dar la salida, la gente cante el Asturias, patria querida ése, que pese a sus esfuerzos, no puede reprimir una lágrima de emoción, ése soy yo. Y así todos los años. Y con la edad empeora. Y las veces que, por diversos motivos, tuve que verlo por televisión, ya saben, lo del nudo en la garganta y algo más que una lágrima.



Temo que, salvando las distancias, comienza a pasarme como a D. Ulises así que me detendré por hoy y ya les contaré en otra ocasión por qué voy armado.



N.B. : Desde que hice referencia al sudoku las llegadas en Google se han incrementado en un 300%. De dos han pasado a seis. ¡Espectacular! Nunca se me hubiera ocurrido que la palabra sudoku fuese la que me permitiese evitar poner la palabra sexo para atraer tráfico.




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10 julio, 2005
 

Memecilidades





Cuando, hace algún tiempo, alguien me emplazó a hacer lo que estoy haciendo contesté con un "¡Tararí que te vi!". Hoy debo reconocer que, en mi condición de ágrafo juguetón (ya más lo segundo que lo primero), no estuve mentalmente muy ágil. La respuesta debió ser: "Lo publicaré, por sorpresa, algún dia antes del 31 de julio".




    CD Imprescindibles:



  • Todo Cortez

  • Todo Serrat

  • Casi todo Victor Manuel

  • Coros, cuartetos y ochotes asturianos





    Libros a releer anualmente:



  • El pequeño Nicolás. Sempé y Goscinny. Los cinco libros sobre Nicolás.

  • Libros de grabados de M. C. Escher




    Librería o biblioteca:



  • Todas y ninguna




    Ultimo libro comprado:



  • Mujeres, manzanas y matemáticas. Xaro Nomdedeu

  • Las cruzadas vistas por los árabes. Amin Maalouf

  • Xasmin no pais dos mentireiros. Gianni Rodari




    Ultimo libro releido:



  • Opus nigrum. Marguerite Yourcenar.




    Libros que tengo en mi mesa estos días:


    Muchos, estoy fichándolos. Los que, casi seguro, estarían:

  • El universo elegante. Brian Greene

  • A Survey of Models for Tumor-Inmune System Dynamics. J.A.A. y N. Bellomo

  • En defensa de la globalización. Jadish Bhagwati

  • Las máquinas del tiempo y de la guerra. Carlo M. Cipolla




    Cinco libros capitales en mi formación:



  • El patito feo. H.C. Andersen. Regalo del médico en desagravio por extirparme las amígdalas ( 4 años)

  • Diccionario Enciclopédico Ilustrado. Dirección José Alemany. Ya saben.

  • Matemática demente. Lewis Carroll

  • Historia del pensamiento económico. Schumpeter

  • La Catedral. Blasco Ibáñez

  • Casi todo Karl Marx








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