Cosas de Aquende
El blog de un Ágrafo juguetón
17 julio, 2005
 

Sigue siendo cultural





En mi pueblo, haciendo de la necesidad virtud, dado que no teníamos el Sella para realizar el Descenso, organizábamos La carrera de desques. La desca se utiliza en la matanza del gochu para, una vez acuchillado y desangrado, colocar el cerdo y escaldarlo con agua hirviendo para deshollarlo.




















El acontecimiento se celebraba con gran éxito de público que abarrotaba las riberas del río y el puente de llegada. Lo del tren fluvial aún sigue en estudio, más o menos como el del ferrocarril Gijón-Ribadesella. Pero ese es otro tema.
















Pues, como decía,cuando se acercaba la Fiesta de Les Piragües, pasado el tiempu les chapes llegaba, cómo no, el tiempu de les piragües. Como su propio nombre indica, era el momento de jugar con les piragües. Como no había forma de comprar piragües en el 'Todo a cien' que no había en la esquina, teníamos que fabricarlas. Las piraguas que fabricábamos estaban compuestas por tres elementos, a saber, la piragua propiamente dicha, las palas y, obviamente, el palista.



Inciso: Ilustre Chin, dicen en mi tierra "El que non sabe ye como el que non ve". Espero me perdones el desastroso intrusismo profesional que sigue. Fin del inciso.



Piragua
Para hacer la piragua había que buscar un trozo de madera grueso y de unos treinta centímetros de largo. La madera no debía estar muy verde por algo que les contaré. La obtención de esta materia prima no solía ser muy dificultosa. Por doquier aparecían pilas de leña cerca de las casas y siempre había algún trozo que valía. No importaba mucho el tipo de madera pero si era de haya o de roble mejor. Se la daba una primera forma muy tosca con el hachu y a partir de ahí aparecía el instrumento estrella: la navaja. En cuanto uno habla de navajas enseguida se piensa en las de Toledo o Albacete. Pero no, nosotros solíamos utilizar otras navajas de gran calidad pero quizá menos conocidas fuera de Asturias: las de Taramundi. Para la forma de la piragua nos inspirábamos en las que habíamos visto hacer en el taller de los Hermanos Cuesta de Ribadesella. Yo tenía la suerte de tener un primo que residía en una vivienda cuyo portal era contiguo al taller de los Cuesta y pasábamos horas viendo hacer piraguas. En aquella época la piraguas aún eran de madera y no de materiales sintéticos como ahora. Tras el pulido y barnizado quedaban preciosas. Por cierto, los Cuesta no sólo eran constructores sino que algunos de ellos fueron grandes palistas y ganaron el Descenso del Sella. También sufrieron en 1952 la aparición de la 'pedaliera' a mano de unos palistas italianos. Hasta ese momento los giros los hacían los palistas bogando uno y ciando el otro. Los italianos introdujeron el control del timón con los pies y ganaron el Descenso, pese a que los Cuesta les ganaban terreno en las rectas, según cuenta Sánchez-Ocaña en su libro Las piraguas publicado en 1968. Pero bueno, si en el anterior post me fui por los cerros de Arriondas no quiero irme en este por los cerros de Ribadesella. A lo que íbamos. Una vez tallada la pulíamos; pocas veces disponíamos de papel de lija y lo hacíamos con la misma navaja. Por último, la bañera no la perforábamos sino que únicamente la dibujábamos.



Palista
Para hacer palista y pala era otro cantar. En este caso había una materia prima tan ideal como escasa: el palu escoba. Aunque alguna vez se podía 'distraer' la escoba de algún vecino, no podía hacerse tan a menudo como se necesitaba. De hecho, nos pasábamos el año guardando palos de escoba. Pero como también eran útiles para otros menesteres competíamos con los adultos y estábamos en una cierta desventaja. El tallado del palista no planteaba ningún problema y en unos minutos estaba listo. Sólo había que tener algo de cuidado no hacerlo larguilucho para no elevar el centro de gravedad de la piragua y tener problemas de estabilidad.



Palas
Por último, las palas. Era quizá el elemento más dificultoso para fabricar. Tropezábamos con el mismo problema que yo, osado dibujante, me he encontrado para dibujar la imagen: las palas no están en el mismo plano sino en planos que se cruzan con una desviación de 90º. Para mi, que no soy dibujante, me cuesta mucho encontrar la perspectiva para manifestar eso. Pues bién, a la hora de tallarlos el que las palas estuviesen cruzadas añadía alguna dificultad al agarrar el palu escoba y que al tallar una no se rompiese la otra. Ya sólo faltaba ensamblarlo todo. Para ello con un pequeño clavo sin cabeza clavábamos las palas al 'pecho' del palista y, por último, clavábamos la piragua a la parte baja del palista. De ahí la importancia de que la madera no estuviese verde, porque entonces al clavarla se resquebrajaría.




Y una vez construidas la piraguas, había que ir a hacerlas navegar al Ruxetu. Cerca del pueblo de mi abuela pasa un río relativamente grande y el Ruxetu es un pequeño arroyo que desemboca en él. Hoy está casi seco pero en aquella época tenía un caudal aceptable. El nombre siempre me gustó. Rugir -> Ruxir. Ruxetu -> Rugidor. Y es cierto que era un arroyo cantarín. En esos tiempos en casa de mi abuela no había agua corriente y para todos los usos, excepto para beber, había que ir a buscar agua al Ruxetu. Era la primera tarea del día y casi siempre nos tocaba a los pequeños que íbamos encantados. El lugar donde íbamos a buscarla era una zona más profunda que el resto donde el agua remansaba. Luego el arroyo se introducía en un tubo muy grueso, para atravesar un camino, y salía a una zona mas ancha donde el agua se expandía y perdía profundidad. La salida de las competiciones se producía a la entrada del tubo y la llegada era unos cincuenta metros más abajo. Como a la salida del tubo el agua perdía profundidad y rapidez al expandirse, con piedras, hacíamos canales para el agua consiguiendo así caudal y velocidad para las piraguas. Además el 'circuito' cambiaba de una vez a otra.




Este era el escenario de nuestros 'Descensos'. Pero el Ruxetu era algo más. A veces, cuando levantábamos las piedras para hacer el circuito de debajo salía una trucha o, más veces, una anguila. Alejandro, de quien ya les hablé, no sólo era hábil esguilando a los árboles o disparando con el gomeru, también tenía muchos reflejos con el tenedor. Cuando tocaba ir de pesca al Ruxetu aplicábamos lo de la división del trabajo: uno levantaba la piedra y, si de debajo salía una trucha o una anguila, el otro la clavaba con el tenedor. Alguna que otra merienda se organizó tras una jornada de 'pesca'.



Y ya que hoy quiero explicarles por qué voy armado, me viene a la mente algún arma que utilizábamos, además de los gomeros. Con palos de ablanu hacíamos arcos. El avellano es un árbol que dobla bien y no rompe. La 'cuerda' que utilizábamos solía ser el cable de los frenos de bicicleta. Como flechas había dos versiones. La suave, con flechas hechas también de rama de avellano. Y la fuerte, con flecha hechas con varillas metálicas de los paraguas. Las enderezábamos y las aserrábamos por la parte de atrás para tener una muesca en dónde enganchar el cable. Una vez afiladas se dirigían muy bien aunque podían ser peligrosas. Esta modalidad la úsabamos fundamentalmente para tirar al blanco. Si eran utilizadas en alguna 'guerra' les poníamos en la punta un corcho de una botella de sidra, pero ya no volaban igual, claro.




Pero el arma por antonomasia era el Tiratacos. El tiratacos consta de dos elementos lo que llamaríamos el cañón y la baqueta. El cañón consiste en un cilindro de unos treinta centímetros de largo hecho de rama de sauco. Una característica del sauco es que por su interior tiene una médula blanda que puede extraerse. Con un alambre íbamos empujando la médula hacia afuera hasta que el interior quedaba hueco, formando el cañón.



El segundo elemento es la baqueta, que consiste en un cilindro alargado que termina en otro cilindro más grueso que es utilizado como mango. La parte anterior debe ser suficientemente delgada para caber en el interior de cañón. Lo ideal es que tenga un grosor muy similar al calibre del cañón. Bien pues, ¿cuál creen que era la mejor materia prima para hacer la baqueta? Pues sí, han acertado, ¡el palu escoba!.




Por último, queda la munición. Esta consiste en bolas obtenidas de la planta del laurel. La utilización del artefacto es la siguiente: Se colocan dos bolas de laurel en el interior de cañón, una en cada extremo. La del extremo más próxima al que dispara se introduce un poco con la baqueta de forma que nos permita asegurar que la baqueta está bien embocada con respecto al cañón. En esa posisión se de da desde atrás un golpe fuerte y seco en el mango de la baqueta. Esta empuja la bola hacia el interior comprimiento el aire. Cuando la presión interior es suficientemente fuerte la bola de la parte delantera sale disparada con un fuerte estallido. En algunos casos el cañón queda humeando. Como arma no es excesivamente peligrosa, pero ¡ojo! que donde golpee la bolita es fácil que al día siguiente observemos un morado. Lo que no recuerdo es que tuviésemos la costumbre de soplar el cañón tras el disparo como los vaqueros del Lejano Oeste.



Con todo lo que les he contado podrán deducir que nuestra vida transcurría asociada permanentemente al utensilio necesario para poder fabricar todo este tipo de artilugios, gomeros, piraguas, arcos y tiratacos: La navaja. Por tanto, íbamos siempre con la navaja en el bolsillo. Pero la navaja nunca se utilizaba contra las personas, bueno, salvo que alguien te estuviese fastidiando mucho y le dabas pinchaditas en el culo a ver si se largaba.




Pues aquellos polvos trajeron estos lodos. Hoy es el en día que voy permanentemente con una navaja en mi bolsillo. La verdad es que el uso más común que le doy es el de destornillador y ya me ha dado algún susto con el detector de metales de algún Ministerio. Pues, lo dicho:




Voy armado. ¡Y es cultural!






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